El pasado puente fui dar una vuelta por el Louvre. Encontré un billete de avión casi regalado en Internet, de Biarritz a París. Biarritz no está lejos de mi casa y hacía tiempo que no respiraba aire cultural con mayúsculas.
París... Un café, la nieve... ¡De postal! París es magnífica con un manto blanco y su atmósfera es, si cabe, más evocadora con ello. Todos debemos respirar París al menos una vez.
Aunque yo tenía prisa, disfrutar del Louvre exige su tiempo y sólo disponía de tres días. Quería volver a gozar de los viejos maestros, visitar las salas siempre sorprendentes de Egipto y, además, con la remodelación del Centro Pompidou, habían habilitado un edificio para arte moderno y varias exposiciones de jóvenes artistas estaban entusiasmando a crítica y público, según había visto
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